lunes, 7 de diciembre de 2009

ESTETICA VALORATIVA

1. La teoría estética es objeto de múltiples enfoques en, esta, una época de difusión y
dispersión conceptual, que parece haber superado las estructuras formales en las que
tradicionalmente se expresaran los diversos niveles o esferas del conocimiento humano.
Desdibujados los contornos de cualquier definición cerrada para designar, como un todo o
una parte, una relación humana de alto contenido valorativo como es la estética; que se
legitima e identifica en la tradición con la existencia de lo bello y del arte, se hace necesario
partir, insisto en esto, de una definición aproximada de que se entiende por el contenido y la
forma de la estética misma. Permítaseme, dada la intención del tema, utilizar la más
universal de las relaciones axiológicas: La relación entre el ser y el deber ser de las cosas.
2. De la existencia del ser (en tanto refiere Aristóteles y sus seguidores) y de su objetividad
no debe caber, para la mayoría, ni la más mínima duda. Sin embargo el deber ser se ajusta a
la capacidad del sujeto para entender y modificar las características y propiedades del
objeto. En este caso es necesario entender que la estética describe no un deber ser como
tal, sino una forma peculiar de sentir, percibir, ver, o para ser más exacta puede referir un
deber ser suficiente, que colme en mayor o menor medida las más elevadas necesidades del
espíritu humano, siguiendo la tendencia a la autotrascendencia del hombre, no tanto como
fin sino como medio de autosuperación, capaz de propiciar un goce espiritual.
3. La vivencia o experiencia que proporciona esa necesidad de autotrascendencia humana
se extiende más allá de los límites objetivos y subjetivos de la utilidad. Sí no fuera así la
estética desde el punto de vista axiológico sería incapaz de desbordar el campo de la
relación valorativa desde el punto de vista ético. Sucedería por ejemplo que un agricultor
buscaría en una cosecha sólo un resultado inmediato, que podría ser catalogado como
bueno o malo. Del mismo modo que un matemático o un físico se conformaría
simplemente con el hecho de manejar una ecuación exacta. Sabemos que además, ellos
despliegan cada ecuación para obtener un resultado que supere los anteriores, en busca de
soluciones prácticas y para su satisfacción personal. De lo contrario, el contenido y la forma
de la estética y de las categorías que expresan sus valores quedarían entonces reservados
para aquellos a los que la diferenciación de la actividad humana situaría como
monopolizadores de una de las cualidades estimativas más universales del hombre. Con
esto el hombre mismo,

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